La misantropía es una tendencia social y psicológica caracterizada por una antipatía general hacia la especie humana. No representa un desagrado por personas concretas, sino la animadversión de los rasgos compartidos por toda la humanidad. Un misántropo es, por tanto, una persona que muestra antipatía hacia el hombre como ser humano. Puede ser ligera o marcada, así como puede tener características muy diferentes que van desde lo inofensivo hasta la crítica social o en su defecto desde el sectarismo hasta la autodestrucción.
El nacimiento de la misantropía se atribuye a numerosos escritores satíricos, tales como William S. Gilbert (Odio a mis congéneres), aunque tales identificaciones deben ser estrechamente examinadas, pues una visión crítica o tragicómica de la humanidad puede ser confundida con la genuina misantropía.
La representación teatral clásica de la misantropía se encuentra en la comedia El misántropo, de Molière, en la que Alciestes, su protagonista, se manifiesta abiertamente en contra de la hipocresía de la sociedad parisina en la que se sitúa la obra, hipocresía llevada al extremo en la vida y maneras de su amada Celimena. La misantropía de Alciestes busca en el exilio voluntario a la vida ermitaña la solución a su hartazgo por la humanidad.
Existe una distinción importante entre el pesimismo filosófico y la misantropía. Immanuel Kant dijo que «de la naturaleza tortuosa de la humanidad, ninguna cosa recta se puede obtener», aunque ésta no era una expresión sobre la inutilidad de la propia humanidad. Igualmente, Samuel Beckett en una ocasión comentó que «el infierno debe de ser como (…) recordar los buenos tiempos pasados, cuando deseábamos estar muertos» — un alegato que puede, quizás, ser percibido como desolador y desesperado, pero no como anti-humano o expresivo de ningún odio por la humanidad.
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer, por otra parte, era casi tan ciertamente misántropo como indica su reputación. Escribió que «la existencia humana debe ser una especie de error». Sin embargo hay que decir que la misantropía no equivale necesariamente a una actitud inhumana hacia la humanidad. Schopenhauer concluyó, de hecho, que el trato ético hacia los otros era la mejor actitud, pues todos somos sufridores y parte de la misma voluntad de vivir; también analizó el suicidio desde una actitud comprensiva que resultaba extraña para su tiempo, cuando era un tema tabú.
Martin Heidegger también mostró cierta misantropía en su preocupación por los «ellos» — la tendencia de la gente a conformarse con un punto de vista sobre el que nadie ha reflexionado, pero es secundado porque «así lo dicen ellos». A diferencia de Schopenhauer, Heidegger era opuesto a cualquier ética o razón para tratar a los otros con respeto. En tiempos recientes, Anton LaVey y su marca de satanismo ha expresado una misantropía militante que a diferencia de otros misántropos sí tiene rasgos sectarios, yendo tan lejos como abogar por la esterilización de partes de la población y reducir en guetos «las formas más bajas de vida humana».
Por otro lado,y sin poderse considerar la adopción de una postura propiamente misantrópica, resulta interesante el observar la posición adoptada por el filósofo español José Ortega y Gasset con respecto a la materia tratada, al declararnos abiertamente en el prólogo para franceses de su célebre obra intitulada La Rebelión de las Masas "que no me he dirigido jamás a la humanidad. Esta costumbre de hablar a la humanidad, que es la forma más sublime y, por lo tanto, más despreciable de la democracia, fue adoptada hacia 1750 por intelectuales descarriados, ignorantes de sus propios límites, y que siendo, por su oficio, los hombres del decir, del logos, han usado de él sin respeto ni precauciones, sin darse cuenta de que la palabra es un sacramento de muy delicada administración".
Aunque rara, la misantropía también ha aparecido en formas de entretenimiento popular. El comediante de monólogos americano Bill Hicks mostró rasgos de misantropía en su trabajo, llamando a la raza humana «un virus con putos zapatos», y refiriéndose a sí mismo, en múltiples ocasiones, como un «misántropo humanista».
El ser humano como tal es un cúmulo de ridiculeces y en masa es una aberración (Guillermo Cornejo).
Igualmente aparecen temas de misantropía en The Holy Bible («La Sagrada Biblia»), tercer álbum de la banda galesa de rock Manic Street Preachers. Éste incluía versos tales como «todo lo que predico es extinción» y la muestra de un discurso del autor J. G. Ballard expresando lo que parecían ser sentimientos profundamente misántropos. Además, el protagonista Johnny C., del cómic Johnny the Homicidal Maniac, exhibe una fuerte misantropía, en dichos y en hechos. El Dr. Gregory House, interpretado por Hugh Laurie en la serie televisiva House M.D., Vegeta, de la serie Dragon Ball y Míster Hyde (el antagonísta del doctor Jeckyll), de son también conocidos misántropos. Henry Chinaski,el protagonista de varias novelas de Charles Bukowski (y su alter ego) también.
Algunos han considerado elevar la misantropía a una protociencia de misantropología.
En 1992, el ensayista estadounidense Florence King, un autoproclamado misántropo, escribió un libro de humor sobre la historia de un misántropo titulado With Charity Toward None: A Fond Look at Misanthropy («Por caridad hacia nadie: una entrañable mirada hacia la misantropía»).
En casos extremos, la misantropía ha conducido a asesinatos masivos. Asesino de al menos 21 personas, Carl Panzram dijo, en 1922, desde la cárcel de Washington DC: «Odio a toda la puta raza humana. Disfruto matando y violando gente».
Algunos creen que aquellos con una profunda misantropía pueden sufrir de baja autoestima, depresión e incluso tendencias suicidas.
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